Evo Morales, el exmandatario boliviano y líder del partido Movimiento al Socialismo (MAS), ha denunciado este domingo que fue víctima de un ataque armado, cuando su vehículo recibió catorce disparos durante su traslado a su programa radial en Cochabamba. Este evento, que se suma a las acusaciones previas de Morales contra el gobierno actual, refleja una creciente tensión política y social en el país, donde las acusaciones de persecución y complot político han acaparado la atención nacional e internacional.
En una entrevista con la radio Kawsachun Coca, Morales afirmó que el atentado fue un intento planificado para acabar con su vida. “Esto estaba planificado, era para matar a Evo”, aseguró, señalando directamente al presidente Luis Arce y a su círculo cercano como los presuntos responsables de orquestar el ataque. El exmandatario afirmó que «hombres encapuchados» abrieron fuego contra el vehículo, dejando al conductor herido y causando destrozos visibles en el parabrisas.
Morales acusa directamente al gobierno de Luis Arce
Esta no es la primera vez que Evo Morales denuncia una posible amenaza contra su vida. En septiembre, ya había expresado en una entrevista con la agencia EFE que el gobierno actual tenía planes de «matarlo». Según Morales, el presidente Luis Arce habría comunicado a sus ministros que su eliminación sería la única vía para desintegrar el MAS, el partido de izquierda que ambos lideran.
En esta ocasión, Morales sostiene que el atentado fue planeado en una reunión entre Arce y sus ministros de Gobierno, Eduardo del Castillo, y de Defensa, Edmundo Novillo. “Lucho ha destruido Bolivia y ahora quiere eliminar nuestro proceso acabando con la vida de Evo», aseveró el exmandatario, quien pidió a sus seguidores que se preparen para enfrentar lo que describe como una situación de «estado de sitio».
Desde hace semanas, los partidarios de Morales han bloqueado varias carreteras importantes en el país, exigiendo el «cese de la persecución judicial» contra su líder, lo cual ha resultado en pérdidas económicas, escasez de combustible y aumento en los precios de productos básicos en ciudades clave. La situación se ha agravado ante la falta de diálogo entre el gobierno y los sectores afines al MAS, lo que ha aumentado el descontento social en el país.
La denuncia ante la CIDH y el clima de represión en Bolivia
Horas después del presunto ataque, Morales utilizó su cuenta de X (anteriormente Twitter) para denunciar el incidente ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En su mensaje, el exmandatario solicitó que se active el artículo 41 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, alegando que su derecho a la vida estaba en peligro y solicitando una visita urgente de la entidad a Bolivia. Morales sostiene que el atentado es parte de una campaña represiva contra él y sus simpatizantes, especialmente en los puntos de bloqueo donde, según él, «hermanas y hermanos» están siendo agredidos por fuerzas combinadas de la policía, militares y paramilitares del Estado boliviano.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos no se ha pronunciado aún sobre la solicitud de Morales, pero la denuncia amplifica las tensiones políticas y aumenta la presión sobre el gobierno de Arce, quien enfrenta crecientes cuestionamientos de parte de los sectores más duros de su propio partido. Morales, por su parte, utiliza estos incidentes para fortalecer su narrativa de persecución política, un mensaje que resuena entre sus seguidores y mantiene su liderazgo en el MAS.
Investigación judicial y tensiones en el MAS
El contexto en que se desarrolla esta denuncia es aún más complejo. Evo Morales enfrenta actualmente una investigación por un supuesto caso de abuso de menores. Según las autoridades, Morales habría tenido una hija con una menor durante su mandato, y la Fiscalía anunció recientemente que podría emitir una orden de aprehensión en su contra. Sin embargo, hasta la fecha, no se ha pronunciado sobre avances en esta acusación.
El propio Morales y sus seguidores califican estas acusaciones de abuso como parte de una campaña de desprestigio impulsada desde el gobierno. Para el exmandatario, estos cargos buscan minar su liderazgo y dividir al Movimiento al Socialismo. Sin embargo, sectores del MAS han comenzado a distanciarse de Morales, apoyando más abiertamente al presidente Arce. Esta división interna parece crecer en medio de la crisis, dejando al partido en una posición de conflicto entre dos de sus líderes históricos.
Los bloqueos y las manifestaciones de apoyo a Morales han sido una muestra del poder de convocatoria que aún mantiene, especialmente en el Trópico de Cochabamba, una región donde cuenta con un respaldo amplio entre los sindicatos cocaleros. Este escenario ha intensificado la polarización en Bolivia, complicando el panorama para el gobierno, que enfrenta demandas de sus propias bases en un país que ya lidia con problemas económicos y sociales profundos.
¿Hacia dónde se dirige Bolivia en medio de la crisis?
Las denuncias de Evo Morales han intensificado la inestabilidad política en Bolivia. Las acusaciones cruzadas entre Morales y Arce no solo agravan la tensión, sino que también aumentan la incertidumbre sobre el futuro del Movimiento al Socialismo. La creciente polarización interna, sumada a las acusaciones de persecución política y los bloqueos, amenaza con profundizar aún más la crisis en Bolivia, poniendo en riesgo la cohesión del partido que durante más de una década ha sido el principal actor político del país.
La pregunta que muchos se hacen es si el gobierno de Arce logrará contener las divisiones internas o si el MAS terminará fragmentado bajo la presión de una lucha de poder entre sus dos líderes más importantes. ¿Se verá Bolivia inmersa en una nueva ola de conflictividad social? ¿O habrá algún espacio para el diálogo que permita superar las diferencias y garantizar la estabilidad política en el país?