Luz Cristina López, ministra del Deporte de Colombia, generó un intenso debate al proponer que la Selección Colombia abandone Barranquilla como sede exclusiva y realice una gira por diferentes ciudades. Este llamado lo hizo a través de su cuenta de X (antes Twitter), donde expresó su interés en que todos los colombianos tengan la oportunidad de ver en directo a la selección, y señaló la necesidad de revisar el sistema de distribución de boletas para evitar precios prohibitivos.
La declaración de López sigue el comentario del presidente Gustavo Petro, quien criticó el alto costo de las entradas para los partidos de la selección, sugiriendo que los precios excluyen a gran parte de la afición colombiana. Este cruce de opiniones ha tocado fibras sensibles, especialmente en Barranquilla, ciudad que ha albergado las eliminatorias mundialistas y que es considerada un «fortín» para el equipo nacional.
¿Por qué Barranquilla ha sido la sede de la selección?
Desde la década de 1980, Barranquilla ha sido la sede de la Selección Colombia en sus compromisos de eliminatorias. El Estadio Metropolitano Roberto Meléndez, con una capacidad para 46.692 espectadores, se ha convertido en símbolo de victorias históricas. Barranquilla ha visto clasificaciones icónicas como la de Italia 1990, cuando Colombia regresó a un Mundial después de 28 años, así como los triunfos que llevaron al equipo a Estados Unidos 1994, Francia 1998, Brasil 2014 y Rusia 2018.
Efraín Cepeda, presidente del Senado, respondió con firmeza a la propuesta de la ministra, calificándola como una “agresión contra Barranquilla y la Región Caribe”. Cepeda destacó la importancia histórica del Metropolitano, no solo por los logros deportivos, sino también por ser un punto de encuentro para los colombianos y un símbolo de la cultura futbolística de la costa Atlántica. Además, subrayó que, aunque algunos critican los precios de la boletería, estos no han sido ajustados en los últimos dos años, manteniéndose accesibles dentro del contexto general del fútbol internacional.
“Nuestra ciudad ha sido la casa de los triunfos más resonantes de nuestra selección, como la histórica victoria contra Brasil, que por primera vez ganamos por eliminatorias. Barranquilla ha sido el escenario de grandes emociones y merece ser reconocida como un baluarte en la historia del fútbol colombiano”, puntualizó Cepeda.
Una oportunidad para la descentralización del fútbol en Colombia
La ministra del Deporte, al igual que el presidente Petro, considera que llevar a la Selección Colombia a otras ciudades podría ser una forma de acercar el equipo a su afición. Con su propuesta, López también invitó a explorar las ventajas de hacer que el fútbol llegue a más colombianos y fortalecer el apoyo al equipo nacional en todo el país.
La gira, argumenta López, permitiría que otros estadios —en ciudades como Medellín, Cali, Pereira y Bogotá— también se llenen de pasión por la selección, dándole una perspectiva nacional al equipo y una conexión más profunda con los hinchas. La ministra destacó que no se trata de quitarle a Barranquilla un rol importante, sino de sumar a otras regiones. “Tenemos los brazos abiertos y el corazón dispuesto para abrazar a Néstor Lorenzo y a todos sus muchachos. Estoy segura de que cualquier estadio se llenará como ya se ha visto en Barranquilla”.
Sin embargo, esta propuesta ha suscitado todo tipo de reacciones. Para algunos hinchas, especialmente en la costa, Barranquilla es la «casa natural» de la selección debido al clima, la atmósfera y la ventaja que representa jugar en condiciones que los rivales suelen encontrar difíciles. Además, el arraigo de la selección en Barranquilla ha dado lugar a una identidad muy particular para la afición costeña, que ha hecho suya la misión de apoyar al equipo en cada eliminatoria.
Un debate sobre accesibilidad y precios en el fútbol colombiano
El llamado de la ministra López no se limita a una discusión sobre la sede. En su trino, hizo referencia a la necesidad de revisar el sistema de boletería para evitar que los precios excluyan a sectores de la población. Este punto fue respaldado por el presidente Petro, quien comentó que los estadios son espacios públicos y deberían ser accesibles para todos los ciudadanos, independientemente de su capacidad económica. La realidad, sin embargo, es que en muchos partidos el precio de las entradas para ver a la selección suele superar el presupuesto de las familias promedio, lo cual deja fuera a una gran cantidad de aficionados.
“Esto pasa cuando dejan entrar al pueblo a los estadios. Por precio de boletas no deberían excluir a la mayoría de la población de los estadios para ver su selección de fútbol. Los estadios son públicos”, escribió Petro.
Con esta postura, el gobierno busca subrayar un enfoque más incluyente, cuestionando si es adecuado que los partidos de la selección queden limitados a quienes pueden pagar altos precios. Para muchos, esta situación es un reflejo de las brechas económicas que aún persisten en el país, un tema que va más allá del fútbol y se conecta con la realidad social de Colombia.
¿Qué tan factible es la propuesta de una gira nacional?
El debate continúa y se convierte en una oportunidad para reconsiderar el acceso al fútbol en Colombia y las formas en que se puede integrar a más hinchas en los eventos de la selección. Aunque la propuesta de la ministra es ambiciosa y podría tener un impacto positivo en la descentralización deportiva, también existen obstáculos logísticos y económicos. Barranquilla ha invertido grandes recursos en el Metropolitano y en su infraestructura de cara a cada partido eliminatorio. Cambiar de sede implicaría que otras ciudades inviertan en seguridad, logística y organización para cumplir con los estándares internacionales.
La Federación Colombiana de Fútbol aún no se ha pronunciado oficialmente sobre la propuesta, pero la conversación abre un espacio para que los hinchas de todo el país reflexionen sobre su acceso al fútbol y su deseo de ver a la selección más cerca. ¿Será que esta iniciativa logre transformar la manera en que los colombianos viven la pasión futbolística? ¿Podría Colombia, un país tan diverso, aceptar que su equipo nacional también se convierta en símbolo de integración?