Ayer, muy temprano, el Consejo Directivo de Comfamiliar Risaralda designó como nuevo Director Ejecutivo a Lucas Ignacio Arbeláez Cifuentes. Solo falta el pronunciamiento de la Superintendencia, aunque dudo que esa elección se revierta.
Lucas es abogado de la Universidad Libre de Pereira, con especialización en Derecho Administrativo y maestrías en Administración de Negocios y Gerencia de Proyectos. Cuenta con 16 años de experiencia en la Dirección Seccional del Poder Judicial, fue concejal de Pereira, docente universitario, y acumula en total 24 años en el sector público.
Esperamos que con este nombramiento termine el festival de empujones, zancadillas y rumores que ha venido enturbiando el ambiente. Comfamiliar es patrimonio de los risaraldenses y, lamentablemente, algunos dinosaurios enquistados en el Consejo Directivo se niegan a soltar las riendas, aferrándose con uñas y dientes a los privilegios que les ha brindado esta verdadera gallina de los huevos de oro.
Loable la labor de Maurier Valencia, pero su permanencia se alargó más de la cuenta. Aunque nadie es imprescindible, se decía que seguía presente en cuerpo ajeno a través del profesional Luis Fernando Acosta. No olvidemos las dos fundaciones que aún rondan los pasillos de Comfamiliar bajo la sombra de Maurier (por denunciar su existencia, incluso tengo un proceso en mi contra por $1.440 millones). Como ocurre con muchos políticos, tantos años en el poder ciegan y hacen creer que son los únicos capaces para el cargo. Cuando finalmente se retiró Maurier, además de los pagos legales, se le otorgó un “reconocimiento” de $100 millones. Una suma generosa, pero al parecer normal en una entidad que mueve tantos recursos.
Sobre Luis Fernando Acosta, ejecutivo con experiencia en el sector financiero, apenas se acomodaba en su silla cuando llegaron los primeros golpes. No logró desmarcarse de los conflictos y acabó aferrándose al cargo con todo. Con el respaldo del representante del Partido Verde, Alejandro Ríos, trajeron incluso al Superintendente para pasar por alto al Consejo Directivo. Y tanto se encariñó con el puesto, que denunciaron que no solo se negó a soltarlo, sino que elevó su salario de $50 a $70 millones mensuales. ¿Ven cómo el poder nubla la razón? Aunque en una ocasión me dijo que no tenía problema en dejar el cargo, reconozco que trabajó hasta donde le permitieron e incluso suspendió privilegios ejecutivos como ascensor privado y cadena de protocolos para acceder al despacho como existía antes. Su oficina se volvió un búnker, y la relación con el Consejo se rompió por completo. Incluso fue destituido en pleno, pero luego reintegrado… y con sueldo cobrado por ventanilla.
La verdadera batalla, sin embargo, no solo se libraba en los despachos de Comfamiliar. Afuera, en las calles y redes sociales, el conflicto era más feroz. Mientras tanto, los pereiranos veíamos cómo diferentes sectores destrozaban la imagen de la entidad, peleando por quedarse con un pedazo del poder.
Este lunes ocurrió algo que no esperaba tan pronto: de manera sólida, el Consejo Directivo nombró a Lucas Arbeláez como Director Ejecutivo. Con esto, espero se marque distancia del exgobernador Tamayo, de Juan Pablo Gallo y de otros personajes políticos cuya influencia ya era insostenible. Incluso, entre los aspirantes había nombres que, en vez de méritos, tenían procesos activos en la Fiscalía. De una lista de 34 candidatos, daba pánico imaginar quién podría quedar.
Ahora viene el siguiente paso: la elección de un nuevo Consejo Directivo. Comfamiliar Risaralda no es, ni debe ser, un fortín político. Es una entidad que merece un manejo técnico, serio y ético. En este departamento hay miles de empresarios honestos que podrían aportar a su fortalecimiento ¿Saldrán los dinosaurios que llevan tantos años atornillados a esas sillas?
Enhorabuena por la entidad, y mucha suerte —y lucidez— a Lucas Arbeláez en esta gran responsabilidad.
