En su visita al hospital del municipio de Puerto Gaitán, Meta, el ministro de Salud Guillermo Alfonso Jaramillo protagonizó una escena cargada de frustración e indignación. Su molestia fue tan evidente, que terminó lanzando una grosería al enterarse de que la mayoría de pacientes que llegan al centro asistencial son remitidos a otras ciudades, incluso fuera del departamento.
La situación que encontró Jaramillo fue, según él, inaceptable: un hospital que opera como mero puente de derivación hacia otros centros médicos, y donde no se realizan procedimientos básicos por falta de insumos o equipos. Su reacción, aunque controversial por el lenguaje utilizado, refleja el hartazgo de un funcionario que, por momentos, habló más como ciudadano indignado que como representante de una cartera ministerial.
“¿Qué hace este hospital acá? Solo remitiendo, remitiendo y remitiendo”
La frase que pronunció en tono airado fue contundente: “Ojalá le tocara a usted, que se enfermara aquí y no tuviera familia, hijueputa… y la mandaran para Villavicencio o para Bogotá”, le dijo directamente a María del Carmen Rodríguez, gerente de la ESE Departamental del Meta. Las cámaras y micrófonos captaron el momento en que el ministro cuestionó duramente el modelo de atención del hospital local.
Jaramillo no se contuvo al ver que el sistema obligaba a las familias —muchas en condiciones de vulnerabilidad— a trasladarse lejos de su lugar de origen para acceder a servicios médicos. “¿Usted le paga hotel?, ¿usted le paga comida?”, increpó al referirse al costo emocional y económico que enfrentan los pacientes remitidos.
Rodríguez intentó responder que “la EPS le paga”, pero el ministro replicó con ironía, señalando que eso aplica únicamente “a los indígenas” y, aún así, en condiciones deplorables: “de pronto, los mete en una pocilga”.
La escena se viralizó rápidamente en redes sociales, con reacciones divididas: unos aplaudieron su honestidad, otros criticaron el tono y el lenguaje que usó en un evento público.
Un sistema colapsado y promesas de acción inmediata
Durante su recorrido por el municipio, Jaramillo también constató la ausencia de equipos para procedimientos básicos como mamografías. En un contexto donde el cáncer de mama es una de las principales causas de muerte entre mujeres, la falta de estos servicios en una zona rural como Puerto Gaitán representa una emergencia de salud pública.
Pero el ministro no se quedó solo en la denuncia. Anunció el envío inmediato de 15 equipos básicos en salud al municipio, conformados por médicos generales, especialistas y sabedores tradicionales, lo que marca el inicio formal del Sistema Indígena de Salud Propio e Intercultural. Esta iniciativa busca no solo ampliar la cobertura, sino también integrar el conocimiento ancestral de las comunidades étnicas en la atención médica.
El anuncio fue bien recibido por autoridades indígenas y profesionales de la salud que participaron en una mesa de trabajo con el jefe de la cartera. Las comunidades locales llevaban meses esperando una respuesta concreta del Ministerio de Salud.
¿Puede un insulto movilizar una transformación estructural?
El exabrupto verbal del ministro Guillermo Alfonso Jaramillo puede haber sido políticamente incorrecto, pero puso sobre la mesa una problemática que lleva años ignorada: el abandono del sistema de salud en territorios periféricos, especialmente aquellos habitados por comunidades indígenas.
¿Será este arrebato el catalizador para una reforma profunda en los hospitales regionales? ¿O quedará en una anécdota más del folclor político colombiano? Lo cierto es que, por primera vez en mucho tiempo, la situación de Puerto Gaitán ha vuelto a estar en el radar del Gobierno Nacional. Y eso, aunque haya sido con madrazo incluido, ya es un avance.
