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La famosa canción ‘El cóndor herido’, interpretada por Diomedes Díaz, tiene una historia tan conmovedora como su melodía.
El origen de esta emblemática pieza vallenata se remonta a un día en la finca de Diomedes que dio paso a uno de los mayores éxitos de la música colombiana.
Diomedes Díaz compuso ‘El cóndor herido’
Una mañana, Juancho Rois, acordeonero de Diomedes, le contó una curiosa historia sobre un cóndor herido que había caído cerca de la población de La Junta.
Este suceso causó gran revuelo en la comunidad, ya que no era común ver un ave tan majestuosa en esa región, mucho menos en ese estado.
“Compadre, esa situación está como para sacar una canción, póngase las pilas”, le dijo Juancho, sugiriendo a Diomedes que tomara la historia del cóndor como inspiración para su música.
En ese momento, Diomedes no solo escuchaba la historia de un ave herida, sino también compartía con su amigo su propio dolor personal. El cantante atravesaba una crisis en su relación con su esposa, Patricia Acosta, quien era también la musa de muchas de sus canciones.
La fama y el estilo de vida desordenado del ‘Cacique de la Junta’ habían intensificado los problemas en su relación con Patricia. Aunque ella fue su gran amor, Diomedes le fue infiel en varias ocasiones, lo que generó tensiones constantes entre ellos.
Fue así como Diomedes, al ver el paralelismo entre su propio sufrimiento y la imagen del cóndor incapaz de volar, encontró la inspiración perfecta para una canción.
Con su talento característico, fusionó su situación personal con la historia del ave herida, creando una metáfora sobre el dolor, el amor y la dificultad de volar cuando se está herido por dentro.
Diomedes Díaz, fue uno de los más grandes exponentes del género vallenato. Su legado musical dejó una huella imborrable en la historia de la música colombiana.
En 2013, como si presagiara su muerte, grabó el álbum ‘La vida del artista’ junto a otro gigante de la música, Álvaro López. Canciones como ‘Maduré’, ‘Ay, la vida’ y ‘Humilde viajero’ sonaban como una despedida, como el último aliento de Diomedes antes de dejar este mundo.
El Cacique no podía partir en otra época. El 22 de diciembre de 2013, su voz se apagó para siempre, dejando atrás un legado imborrable que lo consolidó como uno de los máximos íconos del vallenato.
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