La región del Catatumbo, en Norte de Santander, atraviesa una de las crisis más graves de los últimos años debido al incremento de la violencia y el desplazamiento masivo de sus habitantes. Según confirmó Iris Marín Ortiz, defensora del pueblo, en los últimos días se han registrado más de 11.000 personas desplazadas como consecuencia directa del conflicto armado y las acciones de los grupos armados ilegales que operan en la zona.
Un desplazamiento masivo y cifras alarmantes
En declaraciones recientes, Marín Ortiz destacó que la situación en el Catatumbo afecta de manera directa a municipios como Teorama, Tibú, El Tarra, Convención, Acarí, Ábrego y San Calixto. En tan solo cuatro días, las cifras de desplazamiento superaron los 11.000 afectados, incluidos 2.179 núcleos familiares.
Entre las localidades más golpeadas se encuentran Cúcuta, que ya alberga más de 5.000 personas desplazadas, y Tibú, con alrededor de 2.500. Estos números reflejan una grave crisis humanitaria que ha saturado las capacidades de atención en la región.
Además de los desplazamientos, la violencia indiscriminada ha dejado 80 muertos en las últimas semanas, un dato que ilustra la magnitud del conflicto en esta zona estratégica, marcada por la presencia de cultivos ilícitos y disputas territoriales entre actores armados ilegales.
Violaciones de derechos humanos y secuestros
Uno de los aspectos más preocupantes de esta crisis, según la defensora del pueblo, es el aumento de las violaciones de derechos humanos. En su intervención, Marín Ortiz señaló que muchas mujeres familiares de integrantes del Frente 33 de las disidencias de las Farc han sido secuestradas o confinadas, en algunos casos junto a sus hijos. Estas acciones parecen estar dirigidas a presionar a las personas para entregar a sus allegados.
“Hay una vulneración generalizada del principio de distinción, con ataques que no diferencian entre combatientes y civiles, y señalamientos injustificados contra familiares o personas cercanas”, afirmó Marín. Este tipo de prácticas no solo pone en peligro a las comunidades locales, sino que también agrava la percepción de inseguridad y desprotección en la región.
Advertencias ignoradas y una crisis anunciada
La defensora también criticó la falta de atención a las advertencias emitidas con anterioridad sobre la compleja situación del Catatumbo. Según Marín, hace dos años ya se habían sugerido estrategias de intervención para prevenir el agravamiento de la crisis, pero estas no fueron tomadas en cuenta.
“No se le dio la suficiente importancia. Las recomendaciones estaban, pero no se declaró el estado de conmoción interior ni se actuó con la rapidez requerida”, explicó. Esta omisión, en su opinión, ha contribuido a la profundización de la crisis y al desplazamiento masivo de la población.
Llamado al acceso humanitario y acciones urgentes
En respuesta a la situación, la Defensoría del Pueblo ha enviado comunicaciones tanto al Estado Mayor de las Farc como al ELN, solicitando un acceso humanitario que permita proteger a la población civil en medio del conflicto. Sin embargo, las condiciones actuales en el terreno dificultan las labores de asistencia humanitaria y la llegada de ayuda a las comunidades afectadas.
La defensora también subrayó la importancia de garantizar el respeto al Derecho Internacional Humanitario (DIH), recordando a las partes en conflicto que deben proteger a los civiles y evitar ataques indiscriminados.
“La situación del Catatumbo es una de las crisis más grandes y graves que hemos enfrentado en años. Las comunidades necesitan atención inmediata y soluciones efectivas que mitiguen el impacto de esta violencia desmedida”, afirmó Marín Ortiz.
El reto de atender la crisis en el Catatumbo
Con miles de desplazados y una situación de seguridad que sigue deteriorándose, la crisis en el Catatumbo exige una respuesta contundente por parte del gobierno y la comunidad internacional. Mientras las organizaciones humanitarias intentan llevar ayuda a los desplazados, el futuro de esta región sigue siendo incierto.
¿Será posible lograr un cese de hostilidades y brindar soluciones duraderas a las comunidades afectadas? Lo que es claro es que, sin una intervención decidida, el Catatumbo podría seguir siendo un símbolo de la fragilidad de la paz en Colombia.