Rusia ha reiterado su intención de responder a los recientes ataques con misiles ATACMS, proporcionados por Estados Unidos a Ucrania, en su territorio. Este jueves, Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, aseguró en rueda de prensa que la respuesta llegará en el momento adecuado, dejando en claro que no quedará sin consecuencias.
«Quiero recordarles la declaración inequívoca del Ministerio de Defensa de Rusia, que fue hecha ayer y en la que se afirma que habrá una respuesta. Esa respuesta se producirá cuando sea conveniente», subrayó Peskov.
Cuarto ataque confirmado con misiles ATACMS
El último ataque se produjo el miércoles, cuando Ucrania lanzó seis misiles ATACMS contra un aeródromo militar en la ciudad portuaria de Taganrog, en la región rusa de Rostov. Según el Ministerio de Defensa ruso, dos de los misiles fueron interceptados, mientras que los otros cuatro fueron desviados gracias a sistemas de lucha radioelectrónica. A pesar de estas medidas defensivas, los fragmentos de los misiles ocasionaron bajas entre el personal militar en el aeródromo.
Este ataque marca la cuarta vez que Kiev utiliza misiles ATACMS contra territorio ruso, un armamento que Ucrania recibió de Estados Unidos como parte de su estrategia para contrarrestar la invasión rusa. Desde su primer uso el pasado 19 de noviembre, los ATACMS han elevado las tensiones en el conflicto, ya que su capacidad de largo alcance representa un desafío significativo para Moscú.
La respuesta rusa: el misil hipersónico Oréshnik
En respuesta a los ataques anteriores con ATACMS, Rusia lanzó el 21 de noviembre su nuevo misil balístico hipersónico Oréshnik (Avellano) contra una fábrica militar en Ucrania. Este misil, que representa un avance tecnológico dentro del arsenal ruso, fue diseñado para alcanzar objetivos a gran velocidad y con precisión.
El uso del Oréshnik, que marcó la primera vez que se empleó un misil de este tipo en un conflicto bélico, ha sido interpretado por analistas internacionales como una maniobra de intimidación más que un cambio decisivo en el campo de batalla. Según un informe de inteligencia estadounidense, Rusia posee un número limitado de estos misiles y su capacidad destructiva es menor en comparación con otros proyectiles lanzados regularmente contra Ucrania.
Un funcionario estadounidense, que habló bajo condición de anonimato, señaló que es probable que Rusia utilice nuevamente el Oréshnik en los próximos días. Sin embargo, agregó que la verdadera intención detrás del despliegue de este misil podría ser enviar un mensaje a los aliados occidentales de Ucrania.
En un discurso televisado poco después del ataque del 21 de noviembre, el presidente ruso Vladimir Putin advirtió a Occidente sobre el riesgo de seguir suministrando armas de largo alcance a Kiev. En ese sentido, no descartó el uso del Oréshnik contra objetivos de la OTAN si estas prácticas continúan.
Una guerra marcada por la innovación armamentista
El conflicto entre Rusia y Ucrania ha evolucionado hasta convertirse en un escenario donde ambas partes prueban nuevas tecnologías militares. Por un lado, Ucrania ha logrado potenciar su capacidad defensiva y ofensiva con armamento suministrado por Occidente, como los misiles ATACMS. Por otro, Rusia recurre a desarrollos propios como el Oréshnik, buscando mantener su ventaja estratégica y enviar un mensaje de disuasión tanto a Ucrania como a sus aliados.
Los misiles ATACMS han permitido a Kiev atacar objetivos clave dentro de Rusia, lo que representa un cambio significativo en el alcance de sus operaciones militares. Mientras tanto, Moscú ha utilizado esta situación como justificación para intensificar su propio arsenal, incluyendo armas experimentales.
Sin embargo, los analistas advierten que esta escalada podría traer implicaciones más allá del campo de batalla. El riesgo de un enfrentamiento directo entre Rusia y los países de la OTAN aumenta a medida que el conflicto cruza las fronteras tradicionales del territorio ucraniano.
¿Qué sigue para este conflicto?
Con Rusia prometiendo una «respuesta conveniente» y Ucrania fortaleciendo sus capacidades con ayuda internacional, la guerra parece dirigirse hacia una nueva fase de alta intensidad. La comunidad internacional sigue observando con preocupación cómo esta confrontación, alimentada por innovaciones militares, podría alterar el equilibrio de poder en la región y más allá.
¿Será el uso continuo de estas tecnologías un catalizador para nuevas negociaciones, o simplemente una escalada que prolongará el conflicto? Solo el tiempo lo dirá.