
En el corredor vial que conecta a Risaralda con el departamento del Chocó, el miedo se ha convertido en un pasajero constante. Un nuevo episodio de violencia sacudió la región, esta vez en el sector de Tadó (Chocó), cuando un grupo de transportadores de alimentos quedó atrapado en medio de un fuego cruzado entre tropas del Ejército Nacional y presuntos miembros del ELN.
El incidente quedó registrado en video y no tardó en viralizarse a través de redes sociales, provocando una ola de preocupación por la creciente inseguridad en esta ruta que es vital para el comercio entre los dos departamentos.
“Los acompañan soldados, pero los ataques siguen igual”: la voz de los transportadores
Walter Arango, transportador habitual de la zona, fue uno de los testigos del violento enfrentamiento. Según relató, la caravana protegida por el Ejército transportaba alimentos pertenecientes a una cadena de supermercados del Chocó, una empresa que ha sido víctima constante de extorsiones por parte de grupos armados ilegales.
Aunque los vehículos eran escoltados por militares, esto no impidió que fueran blanco de ataques. “A pesar de las caravanas del Ejército, los ataques del ELN continúan igual. Aquí no hay garantías para nosotros ni para los campesinos que deben usar esta vía todos los días”, afirmó Walter con preocupación.
La situación ha generado un clima de zozobra entre conductores y habitantes rurales, quienes viven con el temor de quedar atrapados en un nuevo enfrentamiento. Muchos aseguran que ni siquiera las medidas de protección implementadas por el Estado han logrado contener el accionar delictivo del grupo guerrillero.
Explosivos, extorsiones y miedo: el drama de transitar entre Chocó y Risaralda
La tensión no es nueva. Hace apenas unos días, en la misma zona, un vehículo fue abandonado de manera sospechosa y se mantuvo atravesado en la vía durante más de 32 horas. Las autoridades confirmaron que el automotor contenía explosivos, lo que obligó a la intervención del grupo antiexplosivos del Ejército. Uno de sus miembros resultó herido durante el procedimiento, incrementando aún más la alarma en la región.
Estos hechos no son aislados. El corredor vial Risaralda – Chocó se ha convertido en un escenario crítico para el transporte de mercancías, especialmente alimentos, y para el desplazamiento de comunidades campesinas e indígenas que dependen de esta vía para sus actividades cotidianas.
Para los transportadores, la situación es insostenible. A la amenaza permanente del fuego cruzado se suman las constantes exigencias económicas de grupos armados ilegales, lo que ha convertido el simple acto de trabajar en un riesgo diario.
¿Quién protege a quienes mueven los alimentos de Colombia?
La denuncia de Walter Arango resuena con fuerza entre los gremios transportadores. “Lo único que pedimos es respeto por nuestras vidas. No somos el enemigo de nadie. Solo queremos trabajar y regresar sanos a nuestras casas”, manifestó.
La creciente ola de violencia en la zona también ha puesto en entredicho la efectividad de las caravanas militares, que, aunque disuaden ciertos ataques, no garantizan un tránsito completamente seguro.
Frente a este panorama, la gran pregunta es: ¿qué medidas tomará el Gobierno Nacional para garantizar el derecho a la movilidad y la vida en esta región estratégica? ¿Seguirán los transportadores atrapados entre dos fuegos sin que nadie los escuche?
Por ahora, los camiones siguen rodando entre Tadó y Pueblo Rico, cargados no solo de víveres, sino también de temor. Porque en el corredor vial Risaralda – Chocó, el sonido de las balas se ha vuelto más frecuente que el de los motores.