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Mientras las disputas comerciales entre China y Estados Unidos captan la atención del mundo, un conflicto interno menos visible, pero igual de preocupante está sacudiendo al país asiático: las protestas por motivos económicos han incrementado un alarmante 41%, según el más reciente informe del China Dissent Monitor, publicado por Freedom House.
Este fenómeno representa un doble desafío para el régimen del Partido Comunista Chino, ya que se combina con la creciente presión que proviene de la administración del presidente Donald Trump, que ha anunciado una batería de nuevos aranceles de hasta el 245% sobre productos chinos. Esta medida responde a las restricciones impuestas por Pekín en represalia, intensificando aún más la disputa entre ambas potencias.

El descontento social toma fuerza tras la pandemia
Desde que se levantaron las estrictas restricciones impuestas por la COVID-19 en 2022, China ha enfrentado una tormenta económica perfecta: aumento del desempleo, crisis del mercado inmobiliario y pérdida de confianza en la seguridad financiera.
Este escenario ha provocado un aumento sin precedentes en el número de manifestaciones.
Aunque las expresiones de inconformidad suelen ser reprimidas con severidad en el país, los conflictos sociales por impagos salariales, fraudes financieros, cierres de empresas o reducción de beneficios laborales se están volviendo más visibles y frecuentes.
Aranceles, desempleo y miedo al futuro
El impacto de los nuevos aranceles estadounidenses ya empieza a sentirse en los hogares chinos.
Un estudio de Morgan Stanley reveló que un 44% de los ciudadanos teme que un miembro de su familia pierda su empleo en los próximos meses.
A esto se suma un preocupante descenso del 30% en el índice de vacantes laborales, según datos de QuantCube Technology, basado en más de 2.000 empresas.
Este panorama pone en entredicho la narrativa oficial de estabilidad y crecimiento, y plantea interrogantes sobre cómo responderá el régimen de Xi Jinping ante el deterioro de la confianza ciudadana.
¿Y qué significa esto para Colombia?
La situación en China no es ajena para Colombia. Como principal socio comercial en Asia, cualquier sacudida en el mercado laboral o en la economía china podría afectar directamente nuestras exportaciones, especialmente en sectores como el café, carbón y productos agrícolas.
Además, los cambios en la relación China-EE. UU. podrían alterar los flujos globales de inversión y comercio, lo que obligaría a Bogotá a revaluar su estrategia económica internacional.
Aunque las miradas del mundo se enfocan en los movimientos diplomáticos y económicos entre China y Estados Unidos, la verdadera amenaza para la estabilidad del gigante asiático podría estar gestándose dentro de sus propias fronteras.
Para Colombia y otros países emergentes, este momento representa una oportunidad para diversificar mercados y prepararse ante posibles efectos colaterales.
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